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Esta frase se ha atribuído a varias figuras griegas y no tiene autor alguno. Es posible que tenga como origen un dicho popular griego.
Con el tiempo, muchos autores se apropiaron de esta frase, lo que dio lugar a algunas variaciones. Un ejemplo de esta apropiación es su traducción al latín: somos tu ipsum y también, temet nosotros.
De todos modos, la frase se entendió como un oráculo (mensaje del dios) de Apolo para todas las personas.
Así, la gran tarea de la humanidad, según el dios Apolo, sería buscar el conocimiento de sí misma y, a partir de ahí, conocer la verdad sobre el mundo.
Se sabía que el dios Apolo era el dios de la belleza, la perfección y la razón. Por esta razón, fue uno de los dioses más venerados de la antigua Grecia.
La razón, relacionada con Apolo, fue esencial para el desarrollo de la filosofía. El carácter reflexivo de la filosofía y la búsqueda del conocimiento y la verdad encuentran un referente en Apolo.
El filósofo Sócrates (c. 469-399 a. C.) hizo más evidente esta conexión entre Dios y la filosofía naciente.
La Filosofía nace de la reflexión, es decir, de mirar hacia adentro. Es necesario reflexionar sobre lo que significa, de hecho, saber algo. A partir de ahí, construya las bases para todo tipo de conocimiento.
La longitud de la oración atribuida a Sócrates se conoce como:
"Conócete a tí mismo y conocerás el universo y los dioses".
Así, el motor de la filosofía es el “conócete a ti mismo” del conocimiento mismo, es el pensamiento vuelto hacia sí mismo. Buscar en el entendimiento, las bases que sustentan el conocimiento.